La Casa de la Vera de la Hoya

Un rincón para el descanso, el encuentro, o simplemente desconectar de todo lo que le rodea. La Vera de La Hoya situada en San Miguel de Abona es el lugar perfecto para pasar unos días solo o acompañado de tus seres queridos, en plena naturaleza sureña, donde puedes deleitarte con el placer del silencio y del descanso. Con un clima acogedor para disfrutar de las puestas de sol, las noches estrelladas, saborear la gastronomía y los caldos de la tierra del sur.
Casa Vera de la Hoya

Feliz 2006

1 de enero de 2006

Desde la Hoya felicitamos a todos nuestros visitantes este nuevo año 2006, deseando que se cumplan todas sus esperanzas y proyectos.

Feliz año nuevo.
Carlos Lemus Marrero.

De la Hoya a la Casa del Capitán

4 de julio de 2005

Ayer pasé un rato agradable con con mi perro recorriendo el camino Real de La Hoya, limpiado recientemente por el Ayuntamiento, desde el Caserío hasta San Miguel. El recorrido finalizó en La Casa Museo del Capitán, sitio que recomiendo visiten, no sólo porque lo haya restaurado San Miguel Rural, si no porque podrán conocer un poco la cultura de nuestro pueblo.

Guido Kolistscher OTRA ISLA EN EL ÓCEANO

1 de julio de 2005

Dentro de las actividades que desarrolla la sala El Aljibe presentamos la siguiente exposición de Gabados Guido Kolistscher, con numerosos paisajes de las islas, desde el 1 hasta el 27 de julio

Horario: de lunes a viernes de 10,00 h. a 13,30 h. y de 17,00 h. a 19,30 h.

Mesa de trabajo de turismo Rural de San Miguel

28 de junio de 2005

Agradecemos a la concejala de asuntos Sociales y Turismo del Ilustre Ayuntamiento de San Miguel, la señorita Sonia León Tacoronte, la organización de la primera mesa de trabajo de turismo Rural de San Miguel, que se celebró el día 27 de junio en el Caserío de La Hoya.

Este encuentro sirvió para que los propietarios de las casas rurales del municipio de San Miguel de Abona nos conozcamos un poco más y abordemos los temas que nos preocupan También sirvió de prueba para realizar encuentros o reuniones de empresa y de trabajo en la casa. Aunque el aforo es limitado, entre 10 y 15 personas, el lugar y el entorno son adecuados para realizar este tipo de actividades.

Viña Vieja

30 de mayo de 2005

Viña Vieja es un verdadero museo etnográfico. Ya desde la carretera general, al divisar las edificaciones, se da uno cuenta de lo aferrados al terreno que vivían sus habitantes. Y al conocer detenidamente su forma de vivir, sus actividades, los animales que les ayudaban a realizarlas y aquellos que servían para su manutención, aprendemos a conocer mejor a la raza humana.

Aparcado el coche en un camino asfaltado, que desciende hacia casas más modernas, hay que caminar unos metros por un «camino de carros». Los primeros «habitantes» de la Viña con los que nos encontramos es con un rebaño de cabras. Naturalmente uno piensa en la leche, en los quesos (tan sabrosos por esa zona) y por supuesto en su carne. Con esto tenían resuelta buena parte de su nutrición.

Y, aunque la visita no fue en ese orden, vimos la cochiquera, que era una simple oquedad, un hoyo natural hecho por la erosión del terreno y aprovechado para que sirviera de habitáculo al cerdo, que, por supuesto estaba allí para que no tuviéramos que preguntar sobre la misión del recinto. Se complementa así la nutrición de los habitantes de la casa, por supuesto igual que ocurría en todas las aldeas españolas.

Los animales que ayudaban a los humanos en su trabajo estaban representados por un camello, ayudante principal para el trasporte de mercancías y vehículo de la familia, y un mulo, con, además de las funciones anteriores, la misión de ser «motor» del arado.

En el patio exterior, como hall de paso a las dependencias de la casa, había muchos sanmigueleros ataviados con los trajes regionales. La cocina comedor, con el fogón, por supuesto de leña, los utensilios de hierro, los cacharros de barro cocido y las cocineras y mozos ataviados con sus mejores galas regionales. La molinera, en plena faena de molienda, y el dormitorio con el mobiliario humilde y de épocas pasadas. La cuadra con el pesebre correspondiente y la pajera como almacén de la paja que acompaña al pienso (trigo, cebada , etc….), que supongo serviría también de cama para algún familiar, como ocurría frecuentemente en las aldeas peninsulares. Cerca de la cuadra, y ya en el exterior, está la cochiquera, de la que hemos hablado antes y más arriba una cueva, natural por supuesto, que supongo serviría como despensa y almacén. También hay, muy bien cuidados por cierto, pequeños huertos que complementarían el ciclo alimenticio de los antiguos moradores de la Viña.

En fin que Viña Vieja es una muestra de como se vivía en España hasta hace relativamente poco tiempo. Porque supongo que en Tenerife habrá ocurrido como en la Península: El éxodo de los aldeanos hacia las ciudades en busca de una vida mejor, el auge de la mecanización (ahora todo se hace con máquinas), ha hecho que vayan desapareciendo las costumbres ancestrales que han quedado reducidas a eso, a un MUSEO.

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